El planeta rojo de cerca
Pese a ser considerablemente más pequeño que los gigantes Júpiter y Saturno, Marte, nuestro planeta vecino, es igual de fascinante.
Todo se debe, entre otros motivos, al abundante material fotográfico remitido por los varios satélites de investigación y sondas de exploración que hemos enviado, gracias al que podemos reproducir una imagen impresionante de su superficie.
Hay cráteres, grietas, valles, planicies, cadenas montañosas y el monte más alto de nuestro sistema solar, Olimpo, un volcán de 26 km de altura.
Además, la sempiterna idea de la presencia de vida contribuye a alimentar aún más la fascinación por el planeta rojo. ¿Hubo alguna vez agua en estado líquido? ¿Hay vida orgánica en forma de bacterias simples o incluso líquenes? Seguimos trabajando para responder estas y otras preguntas sobre la geología y la formación del planeta.
Pero hasta que no logremos llegar a Marte, tendremos que conformarnos con los datos y las fotos de estas sondas y de nuestras propias observaciones.
¿Por qué es mejor observar Marte en oposición?
Durante la oposición, la Tierra queda exactamente en el centro de la línea imaginaria entre el Sol y Marte (la misma posición que cuando vemos la Luna llena) y esto se produce una vez cada dos años.
Cerca del momento de su oposición, los planetas, en este caso Marte, alcanzan su menor distancia respecto a la Tierra y, además, desde nuestra perspectiva se ven totalmente iluminados por el Sol. Sin embargo, esto solo funciona con planetas que están más allá de la órbita terrestre. Así, no existen oposiciones con Mercurio y Venus, ya que no pueden quedar enfrentados a nuestro planeta.
En Marte hay mucho que observar. Incluso con telescopios con aperturas a partir de 100 mm se pueden apreciar superficies oscuras, los casquetes polares blancos y estructuras nubosas más claras. Obviamente, cuanto más grande sea la apertura del telescopio, más detalles se podrán ver.
Los telescopios más populares para observación planetaria son los Schmidt-Cassegrain y los Maksutov, que ofrecen una distancia focal larga y, por tanto, una calidad de imagen nítida y rica en contrastes. Además, también son instrumentos más compactos y ligeros que un refractor de similares características. Con unos binoculares de gran formato solo se ve un punto de color naranja o, en el mejor de los casos, un pequeño disco, pero con un telescopio, por ejemplo un Schmidt-Cassegrain de 200 mm, se pueden apreciar muchos más detalles, como los de la foto anterior. Y una cámara planetaria especial desvela todavía más estructuras de la superficie marciana; los modelos de las series Omegon veLOX y ZWO ASI están particularmente indicados para este tipo de observación.
Y si además se usa un ADC, se corrigen las distorsiones atmosféricas, lo que mejora la calidad de la imagen visual y también de las astrofotos. Este accesorio compensa el efecto de la dispersión atmosférica y ayuda a reducir las franjas de colores alrededor de los objetos más luminosos, como es el caso de los planetas. Además, las fotos planetarias con ADC son más nítidas.
Autor: Jan Ströher
Jan es filólogo y jefe de nuestra línea de productos astronómicos.
Estudió Filología Inglesa y Románica y Empresariales e inició su carrera profesional como gestor de cuentas en el sector aeronáutico. Es un apasionado de las ciencias naturales, sobre todo de la astronomía, desde su juventud: con tan solo 15 años ya empezó a observar el cielo con un telescopio Newton desde el balcón de su casa.
A Jan le gusta estar en contacto con la naturaleza y es un amante de los animales y la meteorología. Sus objetos celestes preferidos con los grandes planetas, las nebulosas de Wolf-Rayet y los cúmulos globulares.
Idiomas: alemán, inglés, español