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Práctico y compacto
Muchos aficionados confían en este telescopio porque es cómodo de transportar al ser tan compacto y ligero. Si bien su longitud es ultra corta, su distancia focal es larga.
El espejo principal con orificio central rebota la luz entrante hacia atrás y la envía al espejo secundario, que está ubicado en la parte trasera de la placa correctora y alarga la distancia focal. A continuación, la luz se desplaza en la otra dirección de vuelta al espejo principal, donde ya atraviesa el orificio central. ¡Menudo viaje! Entonces la luz llega por fin al portaocular.
Para qué sirve y para qué no
El Schmidt-Cassegrain es un telescopio todoterreno con el que se puede hacer prácticamente de todo. Sin embargo, también tiene sus puntos débiles: dada su pequeña relación de apertura, de 1:10 o inferior, resulta muy útil para la observación visual.
Pero a la hora de hacer astrofotografía, la relación entre la apertura y la distancia focal genera problemas y requiere de un seguimiento de alta precisión.
La placa correctora Schmidt, dispuesta en la apertura, protege los componentes internos frente al polvo y la suciedad. No obstante, en estos sistemas cerrados los tiempos de enfriamiento hasta que el telescopio se adapta a la temperatura exterior son bastante largos.
La larga distancia focal se traduce en un campo visual relativamente pequeño. Además, en los telescopios Schmidt-Cassegrain se da el inconveniente de que el campo visual se ve curvado. Puede aparecer cierto desenfoque en los bordes de las fotos. El resto de aberraciones ópticas son tan reducidas que quedan dentro del pequeño disco de difracción y no son perceptibles.