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Observar el Sol con un instrumento óptico es una práctica muy peligrosa. Su energía acumulada es dañina para la cámara y nuestros ojos. Por eso existe una amplia oferta de filtros que atenúan la luz solar. Con ellos, cualquier telescopio de tubo cerrado (no es posible con tubo de Truss) se puede transformar en un telescopio solar.
Estos filtros se clasifican entre los que se instalan delante del objetivo y los que se colocan delante del ocular. Los primeros son particularmente seguros, porque no dejan pasar la radiación nociva al interior de la óptica.
Otra gran diferencia es si los filtros simplemente atenúan la luz o si solamente permiten el paso de determinadas líneas espectrales. Los filtros de la primera variante se denominan filtros de luz blanca, que conservan el encanto natural del astro rey y permiten observar su fotosfera con las manchas solares. Los filtros de la segunda variante más habituales son los H-Alfa, que solo dejan pasar determinada longitud de onda de los átomos de hidrógeno y muestran estructuras en la cromosfera solar.